CUANDO EL RESENTIMIENTO Y LA ENVIDIA SE DISFRAZAN DE INDIGNACIÓN EN LAS REDES
Con la muerte de Daniel Bisogno, publiqué algunas cosas en Facebook, como muchos otros lo hicieron. Eran publicaciones inocentes, sin malicia, pero jamás imaginé que algo tan simple pudiera indignar a algunos de manera tan intensa. ¡De risa loca! Pero me sirvió para eliminar a personas tóxicas que, como mencioné en mi publicación anterior, ya no quiero cerca.
"Por fin se murió esa basura."
"No perdimos gran cosa."
¡GUAU! Está bien si no les importa, pero ¿realmente era necesario responder con tanto odio? Pareciera que algunos sintieran que Bisogno les hizo un daño personal.
Esto me hace reflexionar sobre varias cosas:
El argumento de que "miles de personas mueren a diario y nadie dice nada" me parece absurdo. Nadie está diciendo que la vida de Daniel valía más que la de los demás. Simplemente era una figura pública y, como tal, su muerte se vuelve noticia. Si te indigna que su fallecimiento se haga viral mientras el de tu familiar no, permíteme explicarte algo: tu familiar no era una figura pública, por lo que ni los medios ni las redes tienen por qué reportarlo. ¿En serio te molesta eso?
Uno de los eliminados de mis redes encaja perfectamente en este perfil. Vamos a llamarlo "El Gordo", ya que así se le conoció en su juventud. Siempre soñó con ser famoso, millonario, exitoso… pero no logró nada de eso. Ni siquiera alcanzó una estabilidad económica promedio. Ahora es una persona completamente resentida con quienes sí lograron lo que él no. Sus publicaciones están llenas de amargura disfrazada de “análisis del sistema”, atacando constantemente a quienes han triunfado. Para colmo, es racista y menosprecia a las personas de tez morena.
Cuando leo sus comentarios, solo puedo sentir pena ajena. No solo por él, sino por todos aquellos que reaccionaron con la misma amargura ante la muerte de Bisogno.
Es ilógico enojarse porque los reflectores están sobre una persona y no sobre los miles que mueren a diario. No todos los que mueren son figuras públicas. El problema de fondo es la envidia. No soportarán ver que alguien acapare la atención y que no sean ellos quienes la reciban. Ese resentimiento disfrazado de indignación es lo que los lleva a vomitar odio en redes.
Lo mismo ocurrió con la muerte de Paquita la del Barrio. El Gordo, por supuesto, no podía quedarse callado y también despotricó contra ella, llamándola “misándrica”.
No entendió que su estilo musical era un reflejo del desamor y no un ataque personal. Y aunque lo hubiera sido, ¿eso justifica desearle la muerte?
No quiero cerca de mí a personas envidiosas ni a “intelectuales” de pacotilla que disfrazan su amargura de análisis profundo. Son los peores. Prefiero rodearme de gente emocionalmente sana y normal.
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